Tres consejos de Stephen King para mejorar tu escritura

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Nos guste o no Stephen King, tenemos que admitir que el hombre sabe escribir. Un autor que ha publicado 65 novelas, ha ganado unos cuantos premios literarios y varios de sus libros han sido adaptados al cine (no olvidemos a Carrie y The Shining, dirigida por Stanley Kubrick) sin lugar a dudas sabe algo sobre escritura.

A pesar de no ser lectora de sus novelas, soy consciente del talento que tiene Stephen King para crear historias únicas (aquí vuelve a sonar The Shining) y transformarlas en libros. Por eso, quiero contarte tres consejos de escritura que aparecen en su libro Mientras escribo (2000).

EVITA LA VOZ PASIVA

De manera resumida, el verbo se puede conjugar en dos voces, la activa y la pasiva. En la voz activa, el sujeto realiza la acción (Andrés come una torta), mientras que en la voz pasiva, el sujeto recibe la acción (los ladrones fueron encontrados en la montaña). Esta diferencia es la razón por la que Stephen King prefiere la voz activa ante la pasiva, ya que en la primera el sujeto hace algo.

En la escritura de ficción, la narrativa necesita movimiento para lograr que la historia avance y no quede estancada en escenas pasivas que le den al lector una sensación de pérdida de tiempo. Necesitamos personajes realizando acciones, tomando decisiones, desplazándose por el mundo ficticio que crea la historia. Por eso, es importante usar la voz activa, ya que esta le confiere el dinamismo necesario a la historia.

En cambio, Stephen King describe la voz pasiva como la elección de los escritores tímidos e inseguros. Aquí la narración no entraña peligro; el personaje no se confronta con alguna situación problemática. A este le suceden cosas, pero él no actúa, no decide. Se trata, según el autor, de una voz indirecta que incluso puede enrevesar la escritura. 

Compara estos dos ejemplos del libro:

– El primer beso siempre será recordado por mi memoria como el inicio de mi idilio con Shayna.

– Mi idilio con Shayna empezó con el primer beso. No lo olvidaré.

La segunda oración tiene más fuerza y causa más ternura que la primera, además de tener mayor legibilidad.

Sin embargo, King admite que el uso de la voz pasiva es necesario para describir ciertos sucesos. Por ejemplo, si quieres expresar que una persona falleció en la cocina pero que se encuentra en otra habitación, sería necesario emplear la voz pasiva. Una manera podría ser: “El cadáver fue trasladado de la cocina y depositado en el sofá del salón” (ejemplo del autor).

Pienso que la elección de una voz u otra depende del gusto de cada escritor o escritora. Cada una brinda un enfoque y un dinamismo distinto; depende del estilo del que escribe y de lo que quiera transmitir. Ahora bien, sí creo firmemente que una página entera de voz pasiva puede resultar en una narrativa enredada (porque no queda claro quién realiza la acción) e impersonal (porque es una narración indirecta). Por eso, considero que es importante diferenciar ambas voces e identificar qué brinda una que la otra no pueda lograr.

EL PUNTO MEDIO EN LAS DESCRIPCIONES

Este fue el consejo que más agradecí a Stephen King. Soy de las que se aburren con una descripción extensa e innecesaria. Al final, no me importa el color de las paredes de la casa, al menos que sea algo relevante para la historia.

Tengo la idea (pero no lo he investigado) de que las descripciones extensas nacieron en épocas cuando no había internet y las posibilidades de viajar eran remotas; por lo tanto, la persona que escribía tenía que detallar los paisajes para que el lector o la lectora pudiera imaginarlos.

«La descripción convierte al lector en partícipe sensorial de la historia» (p. 191). Una buena descripción del escenario y del ambiente permite que la persona que lea se sienta allí, dentro del libro; que pueda oler el perfume que recuerda la madre difunta del personaje principal, que pueda sentir la calidez del café en el invierno de la novela, e incluso que pueda sentir inseguridad cuando uno de los personajes ingresa a un callejón oscuro.

Pero, como explica King, con la descripción la pregunta fundamental no va hacia el cómo sino hacia el cuánto: una descripción insuficiente deja perdido al lector, mientras que un exceso de detalle lo abruma y lo aburre. La clave aquí es reconocer lo que es importante describir y lo que se puede descartar. El escritor o escritora se tiene que preguntar cuáles sensaciones quiere despertar en la persona del otro lado, qué es lo que le quiere hacer vivir.

Como ejemplifica el autor, basta con decir que «Carrie White es una alumna de instituto solitaria, con acné y un vestuario de juzgado de guardia» (p. 192). Con esos detalles, el lector puede hacerse una idea de quién es Carrie White, ya que, al fin de cuentas, todos tenemos una imagen de cómo es una persona que recibe constantes ofensas en un colegio. Por eso, Stephen King defiende que la descripción arranca en el escritor pero termina en el lector.

La descripción no se trata de explicar cada detalle del ambiente, de los personajes y de la atmósfera del libro, sino de una selección de detalles que resuman todo.

REALISMO EN LOS DIÁLOGOS

Los diálogos son clave en la escritura de ficción al permitir que los personajes cobren vida a través de sus propias palabras. A través de ellos conocemos los temperamentos, los gustos, la cosmovisión y demás características que definen la personalidad de cada individuo en la historia.

Stephen King señala la habilidad de crear diálogos como todo un oficio en sí mismo. Se puede ser un gran narrador, pero terrible a la hora de dar voz a los personajes. Por eso, para aprender a crear diálogos es importante la escucha activa; es necesario fijarse en detalles como los acentos, los ritmos, las expresiones y jergas de distintos grupos de personas. De lo contrario, se corre el riesgo de caer en tópicos literarios que restan verosimilitud a la narrativa, como los clásicos arquetipos del héroe valiente que salva la historia, el villano con una infancia dolorosa o el adolescente desenfrenado y rebelde.

Es esencial, por lo tanto, exponerse a diversas conversaciones y observar cómo diferentes tipos de personas con distintas características responden en esas situaciones. La creación de diálogos se basa en escucha y práctica; solo así se podrá crear personajes reales.

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