
Tiempo de lectura: 10 minutos
Creo que todas las personas, en algún momento de la vida, se han detenido a observar la rueda de acciones reiterativas en la que se ha convertido su vida y se han preguntado por el sentido de cada una de esas acciones. La rutina, que muchas veces no da espacio para la espontaneidad; las metas, que poco a poco se van convirtiendo más en una esclavitud elegida que en un deseo; el horario laboral; el peso de las exigencias sociales… todo un cúmulo de actividades agotadoras que al final solo deja una pregunta: ¿qué sentido tiene todo esto?
Albert Camus ya se había planteado estas preguntas en la década de los 30 y 40. Ya había visto que la vida consistía en una secuencia de tareas repetitivas sin ninguna finalidad ulterior. Y cuando alzamos la vista para interpelar al universo sobre el sentido de la existencia, lo único que encontramos es silencio. Este es el tema que trata su libro El mito de Sísifo.
Albert Camus fue un escritor ampliamente conocido por sus novelas El extranjero y La peste. En 1957 obtuvo el Premio Nobel de Literatura. También escribió obras de teatro, entre las que se destaca Calígula. Sin embargo, considero que este escritor fue un pensador antes que un autor de ficción. Su pensamiento fue tan profundo que muchas de sus obras (no podría decir todas, ya que no he leído su obra entera) están edificadas sobre su teoría filosófica. Precisamente en el libro El mito de Sísifo, Camus le dedica un espacio a explicar su definición de lo absurdo.
El mito de Sísifo (1942) es un ensayo filosófico que, sin lugar a dudas, revolucionó el pensamiento existencialista de la época. Es importante no pasar por alto la fecha de publicación: 1942, plena Segunda Guerra Mundial. Época máxima de lo absurdo de la existencia y cuando las condiciones políticas y sociales exigían la pregunta por el sentido de la vida.
Camus, en este ensayo, explica que cuando el ser humano se detiene a observar su vida y su rutina, cuando se toma el tiempo de pensar en lo inevitable que es la muerte, no siente otra cosa que un vacío existencial. Es decir, cuando se hace consciente de que todos los caminos lo llevan inevitablemente a la muerte y que no hay un destino glorioso, la sensación de vacío lo absorbe. La consciencia de su condición finita le abre el camino a lo absurdo. Y en ese momento surge la urgencia de preguntar al universo por el porqué de todo esto; pero, al darse cuenta de que no hay respuesta, entra en su conciencia su condición de sinsentido. Precisamente, esta situación entre la necesidad de sentido del hombre y el silencio del universo es lo que Camus llama lo absurdo. Se trata de un divorcio entre la necesidad de unicidad humana y lo irracional e inconmensurable que es la vida.
Esta situación nos desconcierta. Estamos acostumbrados a las explicaciones y no soportamos la incertidumbre. Por eso, Camus nos explica que ante esta situación tendemos a divinizar la vida a través de la religión, a hiperracionalizarla con la ciencia o, como medida extrema para acabar con la desdicha, a considerar el suicidio. De hecho, la pregunta por el suicidio abre el ensayo, ya que para este autor no hay otro tema más importante que el hecho de acabar voluntariamente con nuestra existencia. Por eso, cuestionarnos por el sentido de la existencia es menester, ya que nadie ha decidido acabar con su vida por un argumento ontológico, pero sí por pensar que la vida no merece ser vivida (p. 15).
Ahora, a pesar de la sensación de negatividad que traen las palabras como absurdo, sinsentido y muerte, el libro es una invitación a la vida. Este escritor tiene raíces existencialistas, y este movimiento filosófico lo que busca es colocar al ser humano delante de su propia existencia. Colocarlo delante de su propia condición humana para afrontarla. Esta última palabra es importante: afrontarla. El filósofo existencialista no busca eliminar la condición humana ni busca divinizarla, sino hacerle frente. Esto significa que para Camus ni la religión, ni la ciencia, ni el suicidio son caminos para afrontar lo absurdo. No se trata ni de eliminarlo ni de resignarse ante él. Todo lo contrario, se trata de hacernos conscientes de él y de rebelarnos.
Este autor, en el libro, nos plantea tres caminos posibles para navegar lo absurdo: la rebelión, la libertad y la pasión. Cada uno de estos conceptos merece una reseña independiente (por las muchas implicaciones que saldrían), por lo que aquí me limito a mencionarte que para Camus el hombre absurdo (es decir, la persona que afronta lo absurdo) no espera que la vida sea distinta, no da explicaciones de sus acciones porque sabe que ninguna acción tiene sentido, y está siempre presente en su existencia. Este hombre absurdo se rebela porque no desea eliminar el absurdo, sino que lo toma y hace de su vida una vida absurda. Como sabe que ninguna acción tiene un sentido mayor, entonces se siente libre de obrar sin apelación. Y al ser consciente de que la muerte es inevitable, vive su vida con pasión. Está siempre presente la mayor cantidad de veces que puede.
Hacia el final del ensayo, Camus coloca a Sísifo como el héroe absurdo. Dentro de la mitología griega, Sísifo era un rey que engañó a los dioses griegos y, como castigo divino, fue sentenciado a rodar eternamente una roca hasta lo alto de una colina, desde donde la roca volvería a rodar hacia la llanura. Para Camus, Sísifo fue condenado a uno de los castigos más temibles: el trabajo inútil y sin esperanza. Cada vez que Sísifo lleva esa roca a la cima, esta regresa al punto de inicio. El castigo lo lleva a acciones repetitivas que no tienen ninguna finalidad concreta.
Sin embargo, Camus nos presenta a Sísifo como el héroe absurdo ya que este último le hace frente a su condición. Cada vez que esa roca baja, Sísifo desciende con ella a cumplir su condena. Sísifo no espera que su vida cambie, no espera que los dioses se compadezcan de él; él vuelve a subir su roca por la colina. Camus nos muestra a un Sísifo que tiene plena conciencia de la futilidad de sus acciones, pero que aun así decide regresar a la cima. Algunos días lo hará con dolor, con cansancio; pero otros días lo hará con gozo. Y es en ese momento de consciencia y rebeldía que Sísifo es más grande que su roca.
Camus usa este mito para ilustrar la condición del hombre moderno, que está inmerso en una serie de actividades inútiles que llevan a la inevitable muerte. Un horario laboral que limita su libertad, una rutina que lo condena a la inutilidad y el desazón de la muerte llevan al hombre moderno a sentirse prisionero. A pesar de esto, para el filósofo francés ningún destino es una condena, por lo tanto, nos invita a hacerle frente al sinsentido y a cargar con gozo nuestra roca; porque, una vez que cargamos con ella, nos liberamos de la condena.
Mucho podríamos decir acerca de este ensayo filosófico. Me gustaría saber qué pensaría Viktor Frankl con respecto a la teoría del absurdo de Camus. Este otro escritor fue contemporáneo a Camus, fue prisionero en un campo de concentración; pero, contrario al filósofo francés, él sí aboga por la importancia de darle sentido a la vida, ya que ese sentido te permitirá afrontar incluso las situaciones más desesperantes, como lo es un campo de concentración.
Me parece que Camus tiene ideas brillantes. Esta noción de afrontar la vida y de hacerle frente con gozo me parece potente. Sin embargo, me pregunto si realmente es necesario quitarle el sentido a la vida para hacerla gloriosa. Me parece que darle significado a la existencia tiene un gran impacto en la salud mental y la resiliencia. Y estaría de más mencionar que darle significado a nuestras acciones está íntimamente relacionado con la felicidad. ¿Habrá alguna manera de darle sentido a la vida individual sin eliminar las características de irracionalidad e inconmensurabilidad de la existencia?
En esta reseña no hablamos sobre el concepto de libertad para el hombre absurdo. De igual forma, me gustaría mencionar que me quedaron muchas interrogantes con respecto a este tema. A grandes rasgos, para Camus el hombre absurdo tiene la libertad de accionar en la vida siempre y cuando evalúe las consecuencias de sus acciones. Pero no hay un sustento moral ni arrepentimiento. Lo único que hay son consecuencias y castigos de ciertas acciones. Mi pregunta va hacia si la vida en sociedad y la libertad de acción de Camus son compatibles. ¿No será que necesitamos de una moral para poder convivir en una sociedad con el mínimo de respeto?
En definitiva, El mito de Sísifo es un ensayo que recomiendo. Este pequeño libro me planteó grandes interrogantes. Pienso que todas las preguntas relacionadas con el porqué de la existencia no solo son válidas sino necesarias. Tenemos que interpelarnos para ampliar nuestra mente y no caer en los automatismos que la sociedad impone.
Me gustaría dejar claro que el libro es un ensayo filosófico, por lo que la comprensión lectora y el nivel de abstracción de los conceptos son mayores que en una novela. Con esto no quiero desmotivarte a leerlo, solo te aconsejo leerlo en un estado mental ideal para las exigencias. A pesar de esto, de todos los libros de filosofía que he leído (yo estudié la carrera), creo que es un buen libro para iniciar en este tipo de lectura.
Si leíste este libro, cuéntame qué te pareció.
¿Tienes dudas o
algún comentario?