La peste, de Albert Camus

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Una mañana en la ciudad de Orán, las ratas aparecieron muertas en las calles. Durante varios días, miles de ratas, sin explicación alguna, yacían rígidas y ensangrentadas en colegios, cafés, edificios y fábricas. Al principio, los ciudadanos consideraron la situación como una curiosidad pasajera. La muerte en masa de las ratas no alteró su rutina ni los llevó a sospechar de algún presagio. Sin embargo, cuando la enfermedad comenzó a extenderse entre los humanos, con fiebre y bubones dolorosos como síntomas, la inquietud se apoderó de la ciudad. Las autoridades, temiendo el alcance del brote, decidieron cerrar la ciudad. La peste había llegado y, con ella, una serie de cambios que colocarían a los habitantes en un punto de inflexión.

La novela narra la transformación de Orán durante el tiempo de la peste. La vemos a través de los ojos de varios de sus ciudadanos. Cada uno representa distintas posturas y actitudes ante la crisis, desde el médico que trata de sanar a los enfermos, el empleado que, por empatía, ofrece su ayuda, hasta el oportunista, que crea su paraíso en la desdicha ajena.

Lo interesante de la mezcla de estas posturas es el contraste que se produce entre ellas. Pienso que al final, Camus, en este libro, quería mostrar la necesidad humana de darle un sentido a lo incierto. Desde la ciencia, la espiritualidad e incluso el amor, cada una busca darle una explicación a lo que nos sobrepasa. Al final, la novela es una reflexión sobre la condición humana cuando se encuentra con lo absurdo de la existencia.

LA PESTE COMO SÍMBOLO DE LO ABSURDO

Recordemos que en El mito de Sísifo (lee la reseña aquí) Camus nos explicó su filosofía del absurdo. En palabras sencillas, el absurdo es esa sensación de vacío que se produce al vernos desamparados en nuestra existencia. Es sentirnos frustrados cuando intentamos darle un sentido a la vida, ya que, cuando la interpelamos, la vida nos responde con un silencio. Lo absurdo es darse cuenta de que nuestra propia condición humana no tiene una razón mayor.

En esta novela, la peste es el símbolo de lo absurdo. Cuando los primeros bubones aparecieron en los ciudadanos, las personas fueron escépticas ante el alcance que podía tener la enfermedad. No pensaban que la plaga podía alcanzarlos. No pensaban que las calles de Orán pudieran estar infestadas de ratas muertas. La plaga, como lo dice Camus, no está hecha a la medida del hombre (p. 37); por lo tanto, los ciudadanos veían a la peste como una irrealidad. Pero lo cierto es que la plaga no anuncia su llegada. No presenta ningún motivo para aparecer. Agarra a sus víctimas desprevenidas y vulnerables. No presta atención a las categorías sociales como ricos o pobres, fuertes o dóciles. Al contrario, acecha a todos por igual y crea categorías nuevas: la de sanos o enfermos.

La vida, desde el pensamiento de Camus, es un sinsentido. Suceden guerras, plagas, muertes, y ninguna necesita un motivo para aparecer en nuestra puerta. La peste, en este libro de Camus, nos recuerda que, aunque llenemos el mundo de explicaciones, lo cierto es que no tenemos control sobre nada. Así, esta epidemia sitúa a los habitantes de Orán ante la realidad de su condición humana.

LA SOLIDARIDAD EN LA INCERTIDUMBRE

A pesar del sombrío tema de la novela, el libro resalta la bondad del ser humano. En la novela, vemos cómo varios de sus personajes trascienden sus deseos individuales y se unen en un esfuerzo común para combatir la epidemia. La frase “esto es asunto de todos” se repite en los diálogos como recordatorio de que la solidaridad es esencial para enfrentar la crisis.

En la novela, la peste coloca a sus ciudadanos ante una incertidumbre desconcertante. Muchos de ellos abogarán por sus propios intereses. Algunos intentarán escapar de la ciudad, otros sacarán ventajas de la crisis. Pero lo que al final muestran los personajes de la novela es que, sin la ayuda de cada uno de ellos, la peste jamás podría haber sido vencida. Hay momentos en la historia humana donde los deseos propios tendrán que colocarse a un lado para dar paso a una necesidad mundial, y esto solo es posible cuando las mejores cualidades humanas emergen.

Así que el mensaje esencial de la novela es tremendamente poderoso. Todos estamos inmersos en este absurdo. Todos estamos intentando darle un sentido a la existencia. Y puede que nunca encontremos esa verdad trascendental. Pero creo que el punto de la novela es clave: la vida también se trata de encontrarnos en la incertidumbre. Camus ya lo dijo al final de la novela con estas hermosas palabras: “Hay en los hombres más cosas dignas de admiración que de desprecio” (p. 255).

EL NARRADOR Y LA PROTAGONISTA

Debo confesar que el libro no me enamoró en las primeras páginas. De hecho, siempre estuvo en peligro de que lo dejara; pero la profundidad de las ideas me motivó a continuar.

Mi tentación de dejar el libro venía de la constante intervención del narrador. Por suerte, pronto entendí que esta intervención y reflexión del narrador tenía sus razones: la protagonista del libro no son sus personajes, sino la ciudad misma. Por eso, Camus no colocó el foco en la individualidad de los personajes, sino en las reacciones de la ciudad. Desde el comienzo hasta el final, el narrador reflexiona sobre cómo afectan las medidas sanitarias a los ciudadanos, sobre cómo se sienten ante el exilio, la separación y la incertidumbre que les impone la peste.

En esta novela, Camus parece querer explorar la condición humana en su totalidad y cómo esta humanidad enfrenta el absurdo. La peste pone a los ciudadanos frente a una situación de muerte y desesperación, exponiéndolos a lo absurdo de la existencia. Este enfoque permite al lector observar cómo las personas reaccionan no solo a la enfermedad, sino también a la confrontación con la falta de sentido y propósito inherente en sus vidas.

La elección de Camus de destacar el contexto urbano y social en lugar de profundizar en los aspectos psicológicos individuales resalta la universalidad del tema. La peste actúa como un espejo que refleja no solo la respuesta de los ciudadanos ante una crisis externa, sino también su lucha interna.

Este es un libro de lectura lenta. Son muchos los temas sobre los que se reflexiona. En este artículo solamente tocamos de manera casi superficial tres temas, pero podríamos hablar sobre otros tantos, como la labor de la medicina en las epidemias, la religión, el papel de la esperanza y del amor. Incluso podríamos analizar la psicología de los personajes. No tengo la intención de ser exhaustiva en el análisis de este libro, pero me gustaría dejar claro que La peste de Albert Camus es un libro con profundas reflexiones filosóficas. Se pueden hacer distintos niveles de lectura y generar discusiones interesantes alrededor de los temas que nos muestra esta novela.

Recomendaría este libro a personas interesadas en lecturas existencialistas. También lo sugeriría a aquellos que desean explorar la obra de Camus y sumergirse de inmediato en su pensamiento filosófico.

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