
Para ser escritor, de la autora estadounidense Dorothea Brande, fue un libro que llegó a mis manos de manera inesperada. No conocía a esta autora ni este libro, pero cuando escuché una opinión sobre el libro Para ser escritor en un podcast, sentí una enorme curiosidad que me llevó a comprarlo.
Dorothea Brande desde las primeras páginas deja muy claro que el libro no es un manual de escritura. A lo largo de su carrera como profesora de escritura, la autora se dio cuenta que muchas de las dificultades que enfrentan los escritores amateurs no están relacionados con la técnica narrativa, sino con la personalidad del propio escritor. Es decir, muchas de las dificultades que atraviesan los escritores aprendices no tienen que ver con técnica, estructura, creación de personajes y temas similares, sino que esas dificultades aparecen antes de sentarse a escribir.
Estos obstáculos están relacionadas con creencias como que la magia del escritor es un talento innato y que, por lo tanto, no se puede enseñar; que no se posee el talento necesario para escribir; que si se escribió un libro, ya no será posible escribir otros. Por lo tanto, el libro es una invitación a superar esos pensamientos y a despertar nuestra propia magia como autores.
Me gustaría hacer una aclaración: el pensamiento de la autora está permeado por el psicoanálisis. De hecho, en el libro la autora propone una teoría de la personalidad del escritor en la que el inconsciente es el germen de toda inspiración. De ahí que el libro proponga muchos ejercicios que tengan como objetivo despertar el inconsciente para así activar esa magia del escritor.
La mayoría de los ejercicios me parecieron útiles para mi camino como escritora, por lo que aquí quiero compartirte dos que no solo han sido efectivos para mí sino para otras personas conocidas.
Creo que muchas personas que estamos en el mundo de la escritura hemos escuchado sobre las famosas morning pages. Yo pensaba que la creadoras de este ejercicio había sido Julia Cameron, pero resulta que unos cuantos años atrás Dorothea Brande ya hablaba sobre el hábito de la escritura al levantarse.
El ejercicio es sencillo. Todas las mañanas, al levantarte, escribe. Párate de la cama, cepíllate de los diente, toma un vaso con agua y de una vez —sin hablar con nadie, sin mirar el celular, ni siquiera sin pensar en lo que tienes que hacer durante el día— siéntate a escribir. Cuando recién te despiertas tu inconsciente está activo, por lo que es un buen momento para entrenarlo y para aprender a escribir con fluidez y soltura, así que siéntete en la comodidad de escribir sobre lo primero que te venga a la cabeza. Escribe sobre lo que hiciste anoche, sobre el sueño que tuviste, alguna conversación importante. Escribe lo que te venga a la mente de forma fluida y acrítica.
Es importante resaltar que estas páginas no tienen intención literaria —que muy seguramente no lo tendrán—. Su única intención es activar tu inconsciente para que aprendas a escucharlo, para que aprendas a escribir con él. Hazlo durante unas semanas y de manera continua
Conocernos como escritores es imprescindible. Sin identificar nuestros temas, nuestras fibras, no podremos escribir algo realmente interesante. Por eso, un buen ejercicio para conocernos es estudiar nuestras páginas matutinas (las morning pages del ejercicio pasado). No se trata de criticar la calidad literaria de esas páginas, sino de averiguar cuáles son esos temas que siempre salen, esos pensamientos en los que caes constantemente. Estudia esas páginas y pregúntate cuáles son tus obsesiones, cuáles son tus temas de interés. Averigua si hay alguna idea que puedes desarrollar y convertirlo en un relato; si alguno de tus temores se puede convertir en un ensayo filosófico. Lo valioso de esas páginas es que en ellas se encuentran el germen de muchos relatos; de allí la importancia de estudiarlas.
Personalmente, este es el ejercicio que más me ha enriquecido como escritora. Conocer mis obsesiones me ha permitido crear textos más profundos y auténticos. Además me ha ayudado a que mi proceso creativo sea fluido. Muchas veces me conseguía frustrada por no saber sobre qué escribir, por lo que una mirada a mis diarios me ha ayudado a salir de estancamientos.
Para ser escritor es un libro que se lo recomendaría a una persona nueva en este campo, a una persona que quiere dar clase de escritura, o a alguien que se siente estancada en su proceso creativo. Pienso que los consejos de Dorothea Brande son beneficiosos para salir de esa perspectiva limitante del genio innato y no transmitible, que tantas frustraciones nos ha causado a los aprendices de escritura. Sin embargo, no se lo recomendaría a una persona que quiere aprender de técnica porque, como lo mencioné al comienzo, no es una manual de escritura.
Si lo leíste, cuéntame que te pareció. Si no lo has leído, me gustaría saber qué piensas de estos ejercicios y si tienes algunos otros que quisieras compartir.
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